Cristian tomó con un poco de brusquedad a Yeison por el brazo, obligándolo a caminar más rápido. Paloma iba tras ellos. En cuanto cruzaron la puerta, la alarma se encendió en el edificio, pero Cristian sonrió con la esperanza de que saldrían a tiempo.
Entraron al elevador y presionaron el botón. A Paloma le pareció que era una mala idea usar el elevador; tal vez podrían interceptarlos. Detenerlo sería fatal: quedarían completamente atrapados. Pero Cristian era un experto en eso.
— No pueden hacerlo, no en un lugar como este donde hay muchos elevadores y los clientes los están usando. Tal vez tengamos que pelear un poco para salir por el parqueadero, pero no será mucho — dijo Cristian, sacando de su pantalón un arma que le tendió a Paloma — . Tal vez la necesites.
Antes de que Paloma extendiera la mano hacia ella, fue Yeison quien la tomó.
— ya he disparado, puedo hacerlo.
— Estás muy débil y cansado.
— No me importa, así que puedo hacerlo. Tenemos que advertirles lo que pretende ha