La historia se mueve en torno a Alex Caravasile, un CEO guapo y exitoso dueño de una empresa de maquillaje en la ciudad de Soapire en la capital de Venezuela. Aunque su éxito es innegable, su actitud arrogante y exigente ha hecho que su empresa tenga una alta tasa de rotación de asistentes personales. Después de buscar y despedir a varios candidatos, Recursos Humanos decide contratar a una joven llamada Laura Kim, quien no tiene experiencia alguna como asistente personal ya que es graduada con honores en Administración de Empresa y Finanzas, su impresionante inteligencia y habilidades en los negocios la llevarán a quedarse con el cargo. A pesar de su apariencia descuidada y falta de habilidades de maquillaje, Laura tendrá que pasar por muchos obstáculos incluso tener que enfrentarse a su jefe en algunas ocasiones.
Leer másAlex Caravasile, a sus 35 años, era el epítome del éxito en la ciudad de Soapire. Él es de estatura alta, con un rostro atractivo y bien cuidado, su cabello oscuro contrastaba con sus intensos ojos verdes. Siempre vestido con trajes de diseñador, su apariencia impecable reflejaba su filosofía de vida: "La perfección no es opcional, es mi norma."
Nacido de inmigrantes rumanos que se establecieron en Venezuela, Alex había experimentado la escasez y las dificultades desde muy joven. Esa infancia difícil fue el motor que lo impulsó a trabajar incansablemente para alcanzar el éxito. Su empresa de maquillaje, "Los Laureles", se había convertido en un pilar en la industria del maquillaje, conocida por su innovación y calidad inigualable.
El éxito de Alex no era solo fruto de su esfuerzo, sino también de su personalidad exigente y perfeccionista. En su oficina, dominada por el estilo minimalista y elegante, cada detalle estaba meticulosamente cuidado. No había espacio para errores ni mediocridad. Como solía decir: "El éxito es un traje a la medida, y el mío está impecable."
A pesar de su arrogancia y actitud a menudo intimidante, aquellos que trabajaban cerca de él sabían que detrás de esa fachada había una persona con inseguridades profundas. Buscaba constantemente la validación y el reconocimiento que le habían faltado en su infancia. Esta dualidad lo hacía un líder complejo, pero innegablemente efectivo.
En su tiempo libre, Alex disfrutaba de actividades que reflejaban su gusto por lo exclusivo: el golf, los autos deportivos y la colección de relojes de lujo. Eran pasatiempos que le permitían escapar, aunque solo por un momento, de las exigencias constantes de su vida profesional.
Alex no solo destacaba en su vida profesional, sino también en su capacidad para cultivar relaciones estratégicas. Su red de contactos incluía desde influyentes figuras de la industria hasta políticos y celebridades. Sabía cómo moverse en los círculos más exclusivos y siempre encontraba la manera de ser el centro de atención en cualquier evento.
Su generosidad también era notable, aunque rara vez mencionada. Donaba generosamente a organizaciones benéficas, especialmente aquellas que apoyaban a niños y jóvenes en situaciones difíciles, recordando siempre su propia lucha y las oportunidades que le habían faltado en su infancia. Sin embargo, prefería mantener estas acciones en silencio, evitando que su filantropía fuera vista como una estrategia para mejorar su imagen pública.
En lo personal, Alex era un hombre solitario. Aunque tenía muchas personas a su alrededor, sentía que pocas lo conocían realmente. La búsqueda constante de la perfección y la presión que se imponía a sí mismo a menudo lo llevaban a un estado de agotamiento emocional. En las noches más difíciles, encontraba consuelo en la música clásica, especialmente en las piezas de compositores como Chopin y Beethoven, cuyas melodías reflejaban su propia mezcla de pasión y melancolía.
A pesar de todos sus logros, Alex seguía enfrentando una lucha interna, una batalla entre su deseo de ser aceptado y su determinación de nunca mostrar debilidad. Esta dualidad lo hacía tanto fascinante como trágico, un hombre que había alcanzado la cima, pero que seguía buscando el equilibrio y la paz en su vida interior.
Los empleados de Los Laureles sabían que trabajar con Alex significaba enfrentarse a desafíos diarios. Sin embargo, también sabían que la recompensa valía la pena. A pesar de su dureza, Alex valoraba el talento y la dedicación, y no dudaba en reconocer y recompensar el esfuerzo de su equipo.
Con Helena Rodríguez, la Directora de Recursos Humanos, manejando las entrevistas y la contratación de nuevos talentos, Alex podía centrarse en mantener su empresa en la cúspide de la industria. Sus palabras resonaban en cada rincón de la oficina: "No temo ser exigente; temo la mediocridad."
Un día, mientras revisaba unos informes en su oficina, Alex recibió una llamada de Helena.
"Buenos días, Alex. Tengo una excelente candidata para el puesto de asistente ejecutiva," dijo Helena.
Alex levantó una ceja, curioso. "¿Qué puedes decirme sobre ella?"
"Su nombre es Laura Kim. Tiene una sólida formación académica y experiencia en ventas. Lo que más me impresionó fue su pasión y dedicación. Responde bien bajo presión, y tiene ideas innovadoras que podrían beneficiar a la empresa."
"Interesante," respondió Alex, con su tono característicamente analítico. "¿Cuándo puedo conocerla?"
"Programe una cita con ella para yo entrevistarla mañana mismo, si te parece bien," sugirió Helena.
"Perfecto. Asegúrate de que esté preparada. Como sabes, no tolero la mediocridad," añadió Alex, con una leve sonrisa.
"No te preocupes, Alex. Estoy segura de que Laura te impresionará cuando yo la entreviste y la contrate mañana mismo," dijo Helena, confiada.
Con la conversación concluida, Alex se recostó en su silla, reflexionando sobre la próxima entrevista que haría Helena para contratar a su nueva asistente. Sabía que su nueva asistente ejecutivo tendría que cumplir con sus altos estándares, y esperaba que Laura estuviera a la altura del desafío. La empresa necesitaba a alguien con el talento y la tenacidad para seguir impulsándola hacia el éxito.
Helena salió de la oficina de Alex con una sonrisa, mientras él continuaba revisando los informes. Al poco tiempo, volvió a asomar la cabeza por la puerta.
"Alex, solo quería un momento más antes de irme," dijo Helena, cuya energía parecía inagotable.
"Por supuesto, Helena. ¿Algo más sobre Laura?" respondió Alex, sin apartar la vista de los papeles en su escritorio.
"En realidad, sí," comenzó Helena, acercándose. "Quería asegurarme de que estemos alineados en cuanto a lo que esperamos de ella. Sé que tienes estándares muy altos, y es esencial que ambos estemos en sintonía."
Alex asintió, dejando de lado los documentos. "De acuerdo, cuéntame."
"Lo que buscamos es alguien que no solo cumpla con las tareas administrativas, sino que también pueda aportar su creatividad y ser proactiva. Una persona que se anticipe a nuestras necesidades," explicó Helena.
"Exactamente. Necesitamos a alguien que pueda manejar el ritmo y, al mismo tiempo, aportar ideas que mejoren nuestros procesos," añadió Alex. "Me gustaría ver cómo responde a situaciones de tensión. ¿Tienes en mente alguna pregunta específica para evaluar eso?"
"Sí, estoy considerando un par de escenarios en los que podría ponerla a prueba. Quiero ver su capacidad de resolución de problemas. De hecho, tengo una pregunta en mente sobre cómo manejaría un conflicto con un cliente,” dijo Helena, visiblemente entusiasmada.
“Buena elección,” dijo Alex, sonriendo. “A veces, esa es la clave para un buen asistente: no solo trabajar bien internamente, sino también saber lidiar con quienes están fuera.”
“Así es. Entonces, me aseguraré de plantear ese tema. Pero, por ahora, creo que es hora de irnos. Espero que mañana ambos encontremos en Laura lo que estamos buscando,” dijo Helena, dirigiéndose a la puerta.
“Seguro. Estoy seguro de que estarán bien,” le respondió Alex. “Nos vemos mañana, Helena. Espero tener noticias positivas.”
“Nos vemos mañana, Alex. Que tengas una buena noche.” Helena salió, dejando a Alex pensativo pero optimista sobre la nueva integrante que podría unirse al equipo.
Tú también Helena que tengas buenas noches y descansa.
Y así, la llegada de Laura Kim a Los Laureles no sería una excepción. Con un líder tan formidable como Alex Caravasile al mando, el camino hacia el éxito estaría lleno de retos, pero también de grandes oportunidades.
La habitación 172, antes un espacio de angustiosa espera, ahora vibraba con una energía casi palpable. Las risas entrecortadas se mezclaban con susurros de ánimo y el brillo húmedo en los ojos de todos los presentes. Alex, recostado entre las almohadas, absorbía cada palabra, cada gesto, como un náufrago aferrándose a la orilla. Su cuerpo estaba débil, sí, pero el espíritu que Laura tanto admiraba comenzaba a desperezarse, alimentado por el torrente de afecto que lo envolvía."Parece que he montado una fiesta y ni siquiera me había enterado," bromeó Alex, su voz todavía un hilo, pero con una chispa inconfundible.Carlos soltó una carcajada sonora. "¡Y qué fiesta, amigo! La mejor de los últimos dos años, te lo aseguro."Marta, siempre más serena, se acercó un poco más, su mirada examinando a Alex con una mezcla de alegría y preocupación maternal. "¿Cómo te sientes de verdad, Alex? No te esfuerces demasiado."Alex intentó un encogimiento de hombros que resultó ser más bien un leve movim
La alegría inundaba a Laura como una cascada impetuosa. Después de dos años de silencio, de incertidumbre, de una espera que había puesto a prueba su alma, Alex había vuelto. Sus ojos, aunque débiles, volvían a verla, su voz, aunque ronca, volvía a nombrarla. Era un renacimiento, un nuevo comienzo, un milagro tejido con el hilo de su amor inquebrantable.Mientras los médicos y enfermeras continuaban realizando pruebas y monitoreando a Alex, Laura permanecía a su lado, aferrándose a su mano, susurrándole palabras de amor y aliento. Cada pequeño gesto, cada parpadeo, cada intento de sonrisa de Alex era un tesoro que atesoraría por siempre.La doctora Ramírez, después de asegurarse de que Alex estaba lo más cómodo posible, se acercó a Laura con una sonrisa comprensiva."Necesitamos seguir monitoreándolo de cerca durante las próximas horas," explicó. "Su cuerpo ha estado inactivo durante mucho tiempo, y el despertar ha sido un shock. Pero, hasta ahora, todo parece indicar que está respond
La luz del sol, colándose tímidamente entre las rendijas de la persiana, pintaba líneas doradas sobre el rostro sereno de Alex. Laura, sentada a su lado, sentía el peso del cansancio aferrándose a sus hombros, pero lo ignoraba.Esa mañana, como cada mañana, llegaba cargada de un propósito: despertar a Alex, no con un sacudón, sino con el suave murmullo de su amor."Te echo tanto de menos, Alex," susurró Laura, la voz apenas audible por encima del tenue zumbido de los monitores. "Echo de menos tus bromas tontas, tus abrazos que me hacían sentir en casa, la forma en que me mirabas, como si yo fuera la única persona en el mundo. Necesito que vuelvas, mi amor. Necesito que me leas poemas en la vieja librería, que me lleves a perderme contigo en la montaña, que me hagas reír hasta que me duela el estómago."Sus dedos, entrelazados con los de Alex, buscaban un resquicio de respuesta, un indicio de que sus palabras, como semillas sembradas en tierra fértil, estaban germinando en su conscienc
Los días comenzaron a tejerse en una rutina de esperanza y espera. Laura llegaba a la clínica cada mañana, poco después del amanecer, con el aroma del café recién hecho aún aferrado a su ropa, un pequeño ritual que la anclaba a la normalidad antes de sumergirse en el silencio expectante de la habitación 172. El personal de la clínica ya la reconocía, saludándola con sonrisas comprensivas y gestos de ánimo. Se había convertido en una presencia tan constante como el suave pitido de los monitores que velaban el sueño profundo de Alex.La habitación se había transformado en un pequeño santuario. Laura trajo consigo fotografías que colocó estratégicamente para que, si Alex abría los ojos, lo primero que viera fueran momentos felices: ellos dos riendo en la playa, una celebración familiar, la torpe selfie que se tomaron en su primera cita. También había un pequeño reproductor de música donde sonaban las melodías suaves que a él tanto le gustaban, una banda sonora para sus sueños, o quizás
Se vistió con ropa cómoda pero presentable: unos pantalones de tela suave, una blusa de algodón y unas zapatillas confortables.Se miró al espejo y vio un reflejo que le gustó. Sus ojos brillaban con una nueva luz, su piel parecía más luminosa, y había una suavidad en su expresión que no recordaba haber visto en mucho tiempo. Era la Laura que había estado oculta bajo capas de estrés y preocupación.Al caer la tarde del tercer día, tomó un taxi hacia la clínica. El trayecto esta vez no fue de introspección melancólica, sino de anticipación tranquila. Sentía que tenía la energía y la claridad necesarias para enfrentar lo que viniera.Al llegar a la habitación 172 donde estaba Alex, el ambiente familiar de la clínica la envolvió. El olor a antiséptico, el sonido apagado de los monitores, las enfermeras moviéndose con eficiencia. Encontró a Helena en la pequeña sala de espera contigua a la habitación de Alex, con la cabeza apoyada en sus manos, una taza de café enfriándose a su lado. La i
El chasquido metálico del ascensor al llegar a la planta baja fue como el cerrojo final de una burbuja mágica. Laura inspiró profundamente, el aire del vestíbulo, neutro y funcional, contrastando con la cargada atmósfera del apartamento de Daniel que acababa de dejar atrás.Cada paso hacia la salida del edificio se sentía como un ancla tirándola de vuelta a la gravedad de su vida cotidiana, una gravedad que, curiosamente, ya no percibía tan opresiva.Afuera, el sol de la tarde la recibió con una caricia tibia, pero la ciudad, con su bullicio y su prisa anónima, le pareció momentáneamente abrumadora.Los sonidos de los coches, las sirenas lejanas, las conversaciones fragmentadas de los transeúntes; todo era un torrente que amenazaba con ahogar los ecos de los susurros y gemidos que aún vibraban en su piel. Tomó un taxi, dando la dirección de su casa con una voz que sonó extrañamente serena, incluso para ella misma.Apoyada contra la ventanilla, observó el paisaje urbano desfilar. Los
Último capítulo