Enzo Lombardi se casó cuando solo tenía veinte años de edad, con una rica y poderosa empresaria elevando su estatus de empleado a dueño de una multimillonaria Naviera italiana. Soportando las críticas de muchos en la sociedad se hizo un hombre fuerte y de acero, su única debilidad era Catalina su amada esposa, quince años mayor que él.Su mundo casi perfecto junto a su matrimonio se ve afectado cuando su esposa le pide tener un hijo: con cincuenta años el peligro era demasiado y él pese a todo lo que la gente opinaba estaba realmente enamorado.—Busquemos un vientre Enzo, quiero un hijo tuyo entre mis brazos —había pedido la noche anterior, después de hacer el amor.Una petición que cambiaría su vida para siempre…Chiara Ferrer, luchaba día a día con la creciente necesidad de salir adelante y poder ofrecer a su padre una vida digna. Su mundo se viene abajo cuando su padre es diagnosticado con una enfermedad terminal.¿Podrá Chiara ser feliz, después de aceptar alquilar su vientre y concebir un hijo para el millonario?
Leer másLos papeles cayeron sobre el escritorio, por mucho que tratara de centrarse en el trabajo, era imposible, su problema no eran los negocios, sino su vida privada. En quince años de casado, nunca pensó estar en esa situación, escuchar a Catalina la noche anterior, había sido revelador. Era consciente, desde el momento en que su vida se había cruzado con ella, que no sería miel sobre hojuelas. Había creído estar completamente resignado a no ser padre.
—Busquemos un vientre, Enzo, quiero un hijo tuyo entre mis brazos —había pedido la noche anterior, después de hacer el amor.
Pasó la mano sobre sus cabellos con frustración, nunca en quince años le había negado nada, había vivido y vivía para amarla y complacerla. ¿Pero esto? Superaba todo lo que él estaba dispuesto a hacer por ella.
Bianca observó en silencio, por un largo momento antes de atreverse a preguntar.
—¿Qué te pasa?
—Nada, no te preocupes Bianca, todo está bien — No era necesario mentir, pero conocía a Bianca y su interés en él. Ambos tenían treinta y cinco años, compartían las responsabilidades de la Naviera, ella como vicepresidente, gracias al talento para los negocio y porque además era la única sobrina de Catalina.
—Perdona, no quiero ser entrometida, pero me preocupa que algo robe tu atención ¿Es mi tía? —la pregunta fue hecha con sumo cuidado. Los sentimientos que guardaba por el esposo de su tía era un secreto a voces, sin embargo trataba de ser discreta.
—Son demasiadas cosas Bianca, pero tendrás que disculparme, Catalina, no es un tema que desee compartir contigo —retomó la atención en los papeles. Lo último que deseaba era darle un motivo para tenerla instalada en su casa.
—No comprendo tu amor desmedido por ella Enzo, ¿Por qué complicarte la vida? —Sabía que estaba arriesgando mucho al hablar de tal manera y de nada menos que de su tía, dueña de todo lo que sus ojos podía observar.
—No tienes por qué comprenderlo. Pero te repito, mi matrimonio y tu tía, no son un tema de conversación entre tú y yo —dio por terminada la conversación ignorando completamente el gesto herido en el rostro de Bianca.
Grupo Lombardi era una de las siete compañías marítimas más influyentes en Italia, específicamente en Venecia, donde tenía su centro de operaciones. Con más de 100 navíos, el Grupo Lombardi suministraba los servicios de transporte marítimo de carga rodante y contenedores en Europa, el Mediterráneo, África Occidental e incluso América. No encontraba una brecha para sacar tiempo y complacer a su esposa en la última petición, pero había prometido pensarlo y eso es lo que haría.
Tres meses después…
—¿Estás seguro? —le era difícil creer que su marido había aceptado su petición, sonrío feliz, mientras besaba los labios de Enzo, su joven y atractivo marido.
—Lo estoy Catalina, quiero hacerte feliz y si esto es lo que deseas, podemos intentarlo —Enzo, acaricio el bello rostro de su esposa, Catalina le llevaba quince años de diferencia y nunca le había importado incluso amaba las arrugas que se le formaban cerca de los ojos al sonreír.
—Temí tanto que rechazarás mi petición Enzo, no sabes lo que esto significa para mí. Te amo cariño —el beso que antes fue tierno, se convirtió en un beso profundo y húmedo.
—Lamento hacerte esperar tanto tiempo —Enzo no confiaba en que el plan de Catalina saliera perfecto, en quince años de matrimonio no habían concebido un hijo ¿Qué hacía a Catalina pensar que lo lograrían esta vez? No manifestó sus dudas, la preocupación real dentro de él, era saber que una desconocida sería la encargada de dar a luz a su hijo.
—Creo que es un tiempo justo, tenías que pensar muy bien, sé que no es una decisión sencilla o que puedas aceptar de la noche a la mañana cariño, no te preocupes yo esperaría por ti, todo el tiempo que fuera necesario —busco los brazos de su marido. Enzo la rodeo con sus fuertes brazos, aspirando el aroma a jazmín de su cabello.
—No hay nada que anhele más que tener un hijo tuyo entre mis brazos —confesó después de un largo silencio entre los dos.
—Hice una cita para mañana en la clínica, será un proceso largo y complicado, mañana sólo se tomarán muestras, deberás tener paciencia —Catalina asintió, esperaría el tiempo que tenía que esperar para ver su sueños realizados.
—Lo sé, gracias amor te amo, no sabes cuánto —se apartó de su lado con una sincera sonrisa.
—También te amo —Enzo, besó de nuevo los labios de Catalina, para sumergirse en un apasionado encuentro.
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—¡No!, ¡No!
—Chiara, tranquilízate por favor cariño —Federico lamento profundamente causarle tanto dolor a su única hija, pero no podía evitar ni callar su enfermedad, tarde o temprano su hija terminaría por descubrirlo y entonces sería mucho peor que ahora.
—¡No, papá! no puedes pedirme que me calme ¿Por qué? —Chiara tenía el corazón destrozado ante la noticia sus ojos estaban llenos de lágrimas y se sentía impotente ante la cruel realidad.
—No puedo y no quiero mentirte Chiara, lamento darte este tipo de noticias, pero no hay nada que podemos hacer contra la naturaleza — Federico estaba lleno de preocupaciones, no solo por su enfermedad sino también por todo lo que significaba para su hija.
—Me niego aceptarlo papá—se tapó el rostro con ambas manos, negando una y otra vez.
—El médico ha recomendado que ingrese mañana a la clínica, entre más rápido mejor —Federico trato de sonar casi despreocupado, para que Chiara, no supiera del miedo que recorría su cuerpo “Cáncer”, cerró los ojos. Federico no podía creer que se convertiría en una carga para su hija de apenas veinte años.
—Entonces haremos todo lo que el médico indique, mañana iremos a la clínica para que te remitan a donde corresponde papá, no voy a dejarte solo —Chiara aseguró con pasión a su padre, en el mundo solo se tenían el uno al otro.
—Gracias hija, sé que cuento contigo —trataría de encontrar la manera de que su hija no se enterara que su caso estaba perdido.
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Chiara cerró la puerta de su habitación, tratando de pensar en cómo ganar más dinero, necesitaba mucho dinero e incluso si tenía que renunciar a sus estudios lo haría. Ahora lo único importante era su padre, era todo lo que ella tenía en la vida. No había conocido a su madre. Ella simplemente se largó abandonando a su padre y a ella con solo días de nacida, sin importarle si vivía o moría, se marchó y nunca volvió…
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—¿Estas lista? —Enzo preguntó, mientras abría la puerta del auto
—Estoy nerviosa, pero estoy lista —Catalina sonrió, entró al auto para salir en busca de ese niño que tanto añoraba.
El camino fue silencioso, el día de hoy no sería nada decisivo, simplemente se llevarían a cabo las pruebas necesarias de fertilidad en ambos.
—Aun creo que deberías pensarlo un poco más cariño —Enzo tenía dudas aun así había aceptado por el amor que sentía por su esposa. Estaciono el auto habían llegado a la clínica privada.
—Sé que es difícil para ti cariño, pero necesito esto —Catalina, colocó la mano sobre la de su marido, quien se aferraba al volante.
—Bien vamos —Enzo, no quería demorar el asunto. Bajó del auto y caminó con prisa hacia el lado del copiloto para ayudar a Catalina a bajar del auto. Era una suerte que el médico a cargo era amigo de la familia desde hacía varios años y había dado prioridad a su caso.
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—¿Esto es todo? —Chiara, firmó los documentos como única responsable de los gastos de su padre.
—Lo es señorita Ferrer, asegúrese de que los pagos sean mensuales y sin falta, no podemos mantener a los enfermos hospitalizados si los parientes no son capaces de cancelar de manera puntual —El doctor, carecía de tacto y humanidad, pensó Chiara, aun así sonrió.
—Entiendo doctor, gracias por su amabilidad —Chiara creía que si tuviese estudios universitarios las oportunidades de encontrar trabajo, un buen trabajo y bien pagado sería mucho más fácil, era una lástima no haber podido completar los estudios superiores, pero debía intentar de una u otra manera debía encontrar la manera de ayudar a su padre y cubrir los gastos médicos que tanto necesitaba.
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—Señora ¿Se encuentra bien? —Chiara corrió hacia la mujer, cuando estuvo a punto de desmayarse.
—Sí, gracias —Catalina observó a la joven que amablemente corrió para ayudarle.
—¿Está segura? —Chiara preguntó de nuevo, temía que al dejarla fuera a caerse de bruces al piso.
—Lo estoy, no se preocupes, espero a mi marido, pero ha sido muy amable de tu parte preguntar —sonrió con amabilidad.
—Bien ¿Puedo hacerle compañía mientras él llega? —Chiara preguntó, quizá no fuera su problema pero la señora se notaba triste.
—¿No te molestaría? No quiero abusar de tu bondad —Catalina no se sentía bien, los resultados de los exámenes habían sido terribles. Era una mujer infértil, incapaz de concebir un hijo, ni siquiera en otro vientre joven.
—Por supuesto que no señor, me llamo Chiara —se presentó extendiendo su mano para saludar y su amable sonrisa.
—Encantada Chiara, soy Catalina Lombardi —Chiara de repente sintió que estaba soñando, Catalina Lombardi, era una de las mujeres más ricas del país.
—¿De la Naviera Lombardi? —preguntó, sorprendida de la amabilidad de la mujer.
—Si ¿trabajas para la Naviera?
—No, no, realmente estoy buscando trabajo —Chiara cambio su semblante, había olvidado por un momento su situación.
—¿Te sucede algo? —Catalina había visto la sombra de la tristeza ocupar los bellos ojos de Chiara.
—Mi padre ha sido internado por cáncer —Chiara no pudo evitar que sus ojos se llenaron de lágrimas era una carga muy grande y debía llevarla sola.
—Lo siento mucho ¿Tienes más hermanos? —Chiara negó, no que ella supiera, no sabía si su madre tuvo más hijos.
—Soy hija única —limpio sus lágrimas discretamente, no podía derrumbarse, tenía que pensar en su padre.
—Lo siento —Catalina dijo con sinceridad, no podía imaginar lo difícil que podía ser la vida de las personas menos favorecidas.
—¿Por qué no vienes a mi casa mañana? — Catalina, abrió su cartera y le tendió una tarjeta de presentación con la dirección de su casa.
—Señora yo —Chiara, no esperaba este gesto, pero ¿podría rechazarla?
—Ven, podremos hablar mejor ahora tengo que irme — Catalina dijo al ver, el auto de su marido estacionarse frente a ellas.
—Gracias señora Lombardi —Chiara aceptó, la tarjeta y la entrevista para el día siguiente, sin saber que su vida tomaría un rumbo que nunca imaginó.
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—¿Quién es ella? —Enzo preguntó, apenas Catalina subió al auto, no le gustaba que fuera muy confiada, la gente podía aparentar lo que no era.
—Chiara —respondió casi de manera mecánica, Catalina, no quería hablar de lo ocurrido en la oficina del doctor, se sentía terriblemente mal.
—Cariño, lamento mi reacción allí dentro, no fue mi intención —Enzo se disculpó, siendo muy consciente de su reacción, él debía ser un apoyo para Catalina, pero estaba fallando estrepitosamente el saber que sería imposible tener un hijo mediante métodos no convencionales le había hecho feliz, egoístamente feliz.
—Está bien, no te preocupes —Catalina, no podía culparlo, trato de no sonar decepcionada, otra idea había empezado a formarse en su mente. Sus óvulos no servían para cumplir su tan anhelado sueño, pero su marido es joven y fértil, solo tendría que conseguir a la mujer perfecta para llevar al hijo de Enzo en su vientre.
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—No has conseguido a Lombardi en tu cama, ¿Qué te hace pensar que puedes ocupar el lugar de tu tía? —Andreas, jugó con la copa de vino entre sus dedos.
—No voy a permitir que Enzo se quede con todo lo que por derecho me corresponde, Catalina no tiene más familia y si no fuera por su absurdo matrimonio con Enzo, sería en estos momentos la dueña absoluta de toda su fortuna —Bianca sonrió, estaba interesada en la fortuna de Catalina Lombardi y también en su marido y no iba a descansar hasta tener en sus manos todo lo que a ella pertenecía.
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Chiara se dejó caer sobre su cama, acarició la tarjeta de presentación que la señora Lombardi le había dejado antes de marcharse ¿Sería una casualidad? O ¿una oportunidad que la vida le estaba brindando?, negó, no quería hacer planes antes de tiempo, debía esperar a hablar con ella, quizá podía trabajar para ella. Suspiro, no creía tener tanta suerte, quizá mañana la señora Lombardi, no se recordara de ella. Pero ¿Qué perdería con ir? Todo lo contrario estaba convencida, que algo podía ganar de ese encuentro…
Chiara observó su imagen en el espejo de su habitación. Su rostro reflejaba toda la felicidad que sentía dentro de su corazón. Su vida había cambiado desde el día que conoció a Catalina Lombardi. Nunca creyó que un día ocuparía su lugar, no había sido esa su intención, pero tras su muerte y su petición por medio de una carta. Se dio cuenta de que los sentimientos por Enzo, eran grandes, verdaderos, sus lazos eran irrompibles ahora.—Me preguntó ¿En qué piensa la mujer más hermosa de Génova? —Enzo la abrazó por la espalda, colocó su mentón sobre el hombro de Chiara. Quien sonrió con alegría—Quizás en su amante, el hombre más guapo de toda Génova, mejor aún de toda Italia —se giró entre los brazos de su amante para quedar fren
Dante Russo hizo acto de presencia en el hospital después de dejar a Bianca en su antiguo departamento donde Tommaso vivía ahora. Camino por los pasillos con un pequeño cesto de frutas y un oso para la pequeña Catalina. Llamó a la puerta, antes de entrar.—Chiara —ella levantó la mirada al ver a Dante parado en la puerta, había creído que se trataba de Enzo, jugandole una broma.—Dante, por favor pasa —sonrió al ver al imponente hombre de negocios con una cesta y un oso en la mano.—Te traje esto —dejó las cosas sobre la mesa y tomó asiento.<
—¿Puedo cargar a mi pequeña Catalina? —preguntó con los ojos llenos de felicidad, el reflejo de la felicidad que llevaba en el corazón.Enzo levantó la mirada de su pequeña hija para ver a Chiara y sonreírle con amor. El amor más sublime que jamás había experimentado. Había amado a su difunta esposa, lo había hecho sinceramente, pero con Chiara los sentimientos eran incontrolables, la miraba y veía en ella todo lo soñado, se adueñaba de su alma y de su cuerpo.—Claro amor —se acercó a ella con Catalina dormida entre los brazos.>>Eres quien se lleva todo el crédito por esta hermosura de hija que me has dado, sin duda ha heredado tu belleza —Chiara se sonrojo, ante las palabras de Enzo. Extendió sus brazos para recibir a la pequeña bebé.&nbs
Enzo entró a la oficina, no podía molestarse con la decisión de Bianca, aunque ella y él no fueran capaces de llevarse bien personalmente, como profesional había sido entregada y su trabajo no deja lugar a dudas porque merecía el puesto. Había sido siempre su afán por meterse en su cama lo que había fracturado la posible relación que pudo haber existido entre ellos. Después de todo era sobrina de Catalina, no por sangre, pero si legalmente y no supo la verdad hasta hace unos pocos meses.—Lamento interrumpir tus vacaciones hombre; pero era imperiosa tu presencia —Dante le saludo con un apretón de manos y unas palmadas sobre el hombro.—No te preocupes Chiara ha venido conmigo.—Me alegró, estaba un poco culpable, ella casi está de ocho meses —no la había visto desde la lectura del testame
Chiara gimió al sentir los besos de Enzo, recorrer su espalda desnuda, sus manos acariciaban su cuerpo con paciencia y amor, su entrega cada vez era mucho más profunda y placentera hasta el punto de volverse adicta las emociones y sensaciones que le embargaba el cuerpo, el alma y el corazón.—¡Enzo! —gritó el nombre de su amor, cuando él se adentra en su sensible femineidad, sentir la unión de sus cuerpos, no solo era un acto carnal sino una entrega total, única y mágica. Estaba locamente enamorada de él, nunca creyó poder tener estos sentimientos, que lejos de asustarla le hacían sentirse viva, importante y sobre todo capaz de todo por mantenerlo a su lado.—Te amo —Enzo susurro a su oído, mientras se movía dentro de su apretada intimidad, vaciando su semilla en ella.—Y yo te amo a ti, como nun
Selena sonrió al ver a Chiara bajar por las escaleras, cuando Enzo Lombardi le había llamado, no había podido creer que le pidiera venir a casa, para ver a su amiga.—¡Chiara! —había alegría y felicidad, habían pasado meses desde la última vez que se habían visto en el restaurante y desde entonces solo se habían comunicado por mensajes de texto de vez en cuando.—¡Selena! ¿Cómo has estado? —la joven se había llevado una grata sorpresa al ver a su amiga en la sala. Se acercó para saludarla con un abrazo y un beso en ambas mejillas.—Bien, bien ¿Cómo va tu embarazo? —preguntó mientras tomaban asiento en uno de los sofás de la sala.—De maravilla, estoy esperando una niña y estoy emocionada, deseando que el tiempo vuele para p
Último capítulo