Eda
Luiss aparece en la puerta y veo que está ¿alegre?, desde cuándo tanta felicidad en su horrible rostro
-mi bella Eda, eres mi tesoro- ahora sí creo que enloqueció este tipo, su tesoro si como no…
-¿tu tesoro? O será tu esclava- enarco una ceja, no tengo fuerzas para pelear con este tipo ahora, estoy muy cansada y quiero lavarme la boca, aún tengo esa sensación extraña, ¡maldito bipolar!
-sabes hermosa, me pagaron bastante dinero para que por dos semanas no te acueste con ningún hombre del bar- ¿qué?, quien fue ese imbécil que pagó tanta cantidad por mí, bueno no hay que tomarlo para mal, ningún tipo va a tocarme en ese sentido, pero….. no soy tan estúpida, si le pagaron esa cantidad es porque el “tipo” no tiene buenas intenciones.
Veo como se acerca y toma mi barbilla, trato de alejarme, pero me sostiene muy fuerte, siento como comienza a acariciar mi rostro.
-ni yo puedo tocarte.. por ahora claro, lo dejaremos para después- está por salir
-quién fue ese cliente- lo digo con un