Lucy Anderson, está atrapada en un matrimonio de dolor y abuso, por eso toma la decisión más peligrosa de su vida: huir de Ezra, su cruel esposo. Y recurre a Eros Dervishi, el hermano de su marido, un hombre tan peligroso como irresistible. Pero Eros no es un salvador desinteresado; para ayudarla, exige algo a cambio: que se convierta en su esposa falsa. Y así un pacto frío y calculado pronto se convierte en un torbellino de deseo y emociones prohibidas. Donde Lucy descubre un mundo de placer y dominio que despierta deseos que jamás había conocido, mientras que Eros lucha contra los demonios de su pasado y el creciente amor que siente por su cuñada. Pero su amor está condenado. Ella es la esposa de su hermano, un pecado que no puede permitirse. Sin embargo, cuando está a punto de perderla, se da cuenta de que Lucy no es solo su esposa falsa. Es su obsesión, su debilidad y su mundo.
Leer másC40- VAS A VIVIR CONMIGO.Los policías se miraron entre sí, incómodos.—Solo queremos hacerle unas preguntas —dijo uno, con tono más contenido.—Y lo harán con su abogado presente —repitió Stefan ―Hasta entonces… no.Los policías suspiraron con resignación. Pero el más alto fue el que habló primero, con un tono tenso que trataba de no sonar derrotado.—No salga de la ciudad, ¿entendido?Camille asintió, nerviosa y tragando saliva sin saber si el aire le alcanzaría. El otro agente dio un paso más hacia ella, bajando un poco la voz.—Usted fue la última en salir… así que… puede darnos información, algo que nos sirva para atrapar al culpable.La garganta se le cerró y sintió cómo todo en su interior se venía abajo. El peso de la culpa, el miedo, la desesperación. No era solo lo que sabía… era lo que no podía decir. Lo que no se atrevía. Ni siquiera se dio cuenta cuando los agentes salieron de la panadería, se había quedado paralizada, con la vista perdida en el suelo.Salió de su estupor
C39- NO VAS A MORIR, BELLEZA. Mansión de la familia Vasilakis.El silencio en la oficina era espeso hasta que se rompió con un estruendo.—¡Maldita sea! ¡Eres un completo inútil! —rugió Theo Vasilakis, golpeando las palmas contra el escritorio con una fuerza que hizo temblar el cenicero de mármol.Luego se irguió, imponente. Su cabello oscuro ya mostraba canas en las sienes, pero eso no le quitaba presencia, tenía el porte de un león viejo y peligroso y sus ojos verdes eran tan fríos, inexpresivos, como los de su hijo Stefan.Estaba en sus sesenta, pero cada palabra suya aún pesaba como plomo.―Te pedí que te encargaras de ese perro y mira lo que causas… que haya una estúpida mujer de testigo. ¿Eres nuevo en esto? ¡¿Eh?! ¿Eres un crio? ¡¿Así vas a mandar cuando te entregue los negocios?! Que decepcionante!Desde una silla a un lado, otro hombre contenía una risa mal disimulada. No habló, pero su sonrisa sobraba.—La situación está bajo control —dijo Stefan con el rostro tenso, sin mi
C38-ELLA NO ESTÁ DISPONIBLE.Poco después, Eros y Lucy salieron de la habitación y el fuego aún ardía entre ellos. Sin decir nada, él tomó su mano y la condujo a la barra. Había algo en su forma de caminar, en su seguridad sin esfuerzo, que seguía acelerándole el pulso.—Prepárale un cóctel —ordenó al barman, sin siquiera mirar la carta.Luego se giró hacia Lucy, le acarició la mandíbula con el pulgar, y su voz bajó una nota.—Tengo que atender unos asuntos del club, conejita. Pero no te muevas de aquí.Al instante, chasqueó los dedos y uno de sus hombres apareció de inmediato. Eros lo miró con firmeza.—Nadie se le acerca, ¿entiendes? Nadie —recalcó, con una amenaza implícita que no necesitaba más explicación.El hombre se asintio y luego el, sin más, se inclinó y la besó.Pero no fue un beso suave, fue posesivo, como si le recordara a todos, incluso a ella, a quién pertenecía. Se aparto guiñandole un ojo y Lucy lo vio alejarse entre la gente, con una media sonrisa curvándole los lab
C37-ROMPER MIS REGLAS.Lucy tragó saliva, pero obedeció. Y el vestido se deslizó por su cuerpo como una caricia, dejándola en apenas ropa interior de encaje.Eros no se movió, pero si, la devoró con la mirada, como un león midiendo a su presa antes de atacar.—Hermosa ―murmuró, avanzando mientras se sacaba la camisa y la lanzaba al suelo ―Tan obediente… y tan mía.Su mano, grande y áspera, se cerró alrededor de su cuello con firmeza, sin apretar, solo reclamando. Lucy jadeó, sintiendo cómo el calor se acumulaba entre sus piernas.—Vamos ―dijo, guiándola hacia la mesa de bondage, cubierta en terciopelo negro. ―Hoy solo probaremos… pero quiero que sientas todo.Lucy asintió levemente, con su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Esto era nuevo, emocionante y aterrador. Eros la ayudó a subir a la mesa y las ataduras de seda negra estaban dispuestas con precisión, esperándola. Él tomó su muñeca derecha, deslizando la seda alrededor de ella con una destreza que solo la experiencia podía
C36-HABITACIÓN PERSONAL.Después de lo que compartieron esa mañana, Eros no esperó. Le pidió a Lucy que se vistiera, que la noche recién comenzaba, y que quería enseñarle algo. El auto se detuvo frente al edificio elegante del centro de París y Lucy alzó la vista a la discreta fachada.Sin cartel, sin nombre. Solo una puerta negra de madera impecable con una pequeña placa dorada: L’Ombre.―¿Dónde estamos?―Ya lo veras, conejita ―respondió Eros saliendo del auto y ayudándola a salir.Al entrar, el ambiente cambió de inmediato.Habia luces tenues, música grave y lenta, cuerpos moviéndose con lentitud. Algunos vestidos con trajes de cuero, otros con lencería fina, y algunos... desnudos.Lucy abrió los ojos escandalizada.Había parejas en rincones oscuros, compartiendo caricias, órdenes y… algunos gemidos apagados.Pero no era vulgar, era intenso, preciso, intimidante… de alguna manera: interesante.Lucy tragó saliva, junto a Eros quien caminaba con paso firme, con su camisa negra abiert
C35- ALGO LLAMADO AMOR.En la mansión, Lucy despertó sola.El sol entraba entre las cortinas gruesas, iluminando las sábanas desordenadas que todavía conservaban el olor de Eros. Su piel tenía marcas, algunas rojas y otras invisibles. Pero todas ardían con el recuerdo de la noche anterior.Y ella se sentía distinta. Más ligera. Más viva.Una sonrisa se formó en sus labios, cuando la puerta se abrió y Eros apareció con dos tazas de café en las manos, sin camiseta, con un pantalón suelto en la cadera y el cabello despeinado, incluso por la mañana se veía, jodidamente bien.—Buenos días, dormilona —dijo al entrar—. Traje refuerzos.Lucy se incorporó, cubriéndose instintivamente con la sábana.—Gracias… —murmuró un poco tímida.Él se sentó a su lado y le ofreció la taza, pero antes de soltarla, le acarició la mejilla con el dorso de los dedos.—Tienes cara de que dormiste delicioso.Ella lo miró con las mejillas encendidas.—Si… después de…—Después de arrastrarte al infierno y hacerte ro
C34- SOBREVIVES.En otra parte de la ciudad, Camille subió las escaleras del edificio con paso inseguro, mientras sus dedos fríos se aferraban a las llaves. Stefan iba detrás, demasiado cerca, su presencia cálida y a la vez opresiva contra su espalda.Cada latido de su corazón resonaba en sus oídos. «Es un asesino, pensó, y ahora está aquí, conmigo.»La puerta del apartamento de la casera, madame Durand, se abrió justo cuando pasaban y la mujer, de aspecto dulce, pero chismosa sonrió al reconocer a Camille.—Bonsoir, Camille— dijo, pero su sonrisa se desvaneció al notar al hombre a su lado. Y sus ojos se entornaron, recorriendo el traje caro de Stefan, la actitud segura, pero sobre todo, la mano que descansaba con demasiada familiaridad en la cintura de su inquilina.—¿Tu novio? —preguntó, levantando una ceja.Camille sintió cómo los dedos de Stefan se hundían en su cadera, como una advertencia silenciosa. Tragó saliva y forzó una sonrisa.—Sí… —mintió, la voz apenas un hilo. ―Es mi
C33- HAS CREADO UN MONSTRUO.El aire entre ellos pesaba, Eros seguía con la mano extendida, prometiendo todo lo que ella no se atrevía a pedir en voz alta. Lucy dudó un segundo, el miedo y la excitación chocando en su pecho. Pero entonces, algo dentro de ella cedió.Quería sentirlo.Quería todo.Y sin más, dio un paso y sus dedos se cerraron alrededor de los de él, firmes y sin vacilación. Eros tiró de ella hacia sí, y Lucy subió sobre él, sus rodillas a cada lado de sus caderas. Él la sostuvo fuerte, agarrando su cintura con una posesividad que hizo que el corazón de Lucy latiera más rápido.―Putain ―murmuró, recorriendo cada centímetro de ella como si fuera un tesoro robado. ―Te ves tan jodidamente perfecta encima de mí.Ella sonrió con las mariposas revoloteando en su estómago y se inclinó para besarlo. Fue un roce al principio, pero Eros no pudo contenerse. Su mano se enredó en su cabello y tiró de ella, con justa fuerza para atraer su boca contra la suya. El beso fue duro, voraz,
C32-TÚ MANDAS.Eros no se apresuró. Sus manos, grandes y cálidas, recorrieron su cuerpo, los dedos se deslizaron por sus costillas, bajando hasta el arco de sus caderas y se detuvieron en la suave piel de su vientre.Lucy jadeó cuando su palma se detuvo en el borde de sus bragas.—Tan suave —murmuró él, como si hablara solo para sí.Perdida en sus sensaciones, sintió cómo sus labios volvían a los suyos y ella embriagada por todo, se atrevió a morderle el labio inferior. Eros gruñó, fue una vibración grave que le recorrió todo el cuerpo.—Así —susurró, alabándola sin más palabras.Una de sus manos acuno su pecho y el pulgar rozó su pezón con una presión calculada. Lucy arqueó la espalda, dejando que más gemidos escaparan de su garganta y Eros aprovechó el movimiento para bajar la boca, sustituyendo sus dedos por los labios.El calor de su lengua la hizo temblar.El chupó con suavidad al principio, pero luego con más firmeza, hasta que Lucy sintió el placer retorciéndose en su bajo vien