Erys estaba maldita, de eso no había duda, su familia la repudiaba por eso, temían que aquella maldición, pudiera ponerlos en peligro, así que su padre optó por venderla, llegando así al castillo, quedando al servicio del príncipe Rhett, un guerrero despiadado, un heredero cruel y temido por todos. Rhett al ver a Erys y su particular belleza, ve la oportunidad para eliminar al Rey, su padre y así tomar el trono. Erys no sabe que hacer ante la orden de el príncipe, el castillo oculta mas de lo que aparenta, enredada en mentiras, secretos y sangre, descubre que el mundo es más de lo que ella pensaba y que nada es lo que parece, incluido el mismísimo heredero al trono.
Leer másMi padre me arroja al suelo haciéndome caer boca arriba, escucho el grito de mis hermanas cuando el azote golpea mi espalda, una y otra vez, aprieto la mandíbula, tragándome el llanto.
—¡Estás m*****a, no sé qué hicimos para merecer esto! —grita tomándome por el cuello, clavando sus ojos llenos de ira en mi. —Papá yo… —¡Callate, no podrás casarte, ni siquiera puedo venderte cual yegua, porque no eres una verdadera hembra! —grita en mi cara. Su palma se impacta con mi cara, abriéndome el labio, saboreo mi propia sangre, me toma por el cabello y me lleva arrastras afuera. —Un mes más Erys, te doy una luna más para que sangres, si no lo haces, yo mismo te mataré. Cierra la puerta de la casa, me quedo en el suelo, me limpio la sangre de la cara, la espalda me quema, pero no puedo hacer nada, me acuesto en la entrada, abrazando mis rodillas y me duermo, cuando amanece, es mi madre quien me recoge, me prepara un baño caliente y limpia mis heridas, no me dirige la palabra, no suele hacerlo. Me da un vaso con leche y un pedazo de pan, lo como todo rápido, mis hermanas desayunan avena y café, ambas me miran con lástima. —Escuché que Sir Willis vendrá a visitar a su madre, será una buena oportunidad para que lo conozcan, puede ser que alguna de las dos le guste y pida su mano —mi madre le dice a mis hermanas. Samara y Leyla, sonríen emocionadas, Samara es mayor que yo, su sangrado le llegó en su doceavo verano, a mi hermana menor Leyla, le llegó en su treceavo invierno, yo he pasado dieciocho veranos e inviernos y nada, tampoco hay indicios de que vaya a suceder. —Sir Willis es un hombre muy importante niñas, iremos hoy con la modista para comprarles un par de vestidos nuevos, tendrán que lucir hermosas. —Si mamá, haré mi mejor esfuerzo. —Y yo, supongo que otros caballeros acompañarán a Sir Willis en su visita, todos son del ejército negro, seguro que algún buen partido habrá. —Estas conversaciones no deberías de escucharlas Erys, ve a darle de comer a las gallinas y a los caballos. —Como órdenes, madre. Acató la orden, todos los animales se amontonan a mi lado, son mi única compañía, los acaricio y alimento, incluso les canto, la puerta se abre y mi padre entra a la casa, saluda a mi madre y a mis hermanas, con besos y abrazos, a mi me ordena que vaya al bosque a buscar fresas y pieles. Me da una canasta y un saco de tela, salgo de la casa, camino por el pueblo, mis vecinos me saludan y sonríen con amabilidad, ninguno de ellos sabe lo que oculto, si lo supieran seguro que también me depreciarían, me adentró en el bosque, de entre las ramas saco un arco casero que hice y una daga que compré en el mercado, mi padre todos los días me envía aquí, ansioso porque una bestia salvaje o una criatura me asesine o me coma, canto una canción que escuché en el pueblo y recolecto las fresas. Clavó mis flechas a ardillas y conejos, guardándolos en el saco, incluso caso un zorro, no me gusta tener que hacer este tipo de cosas, pero me irá peor si llego a casa sin nada, pasa un buen rato, la mañana ha pasado, puedo notarlo por la posición del sol, camino de vuelta a casa, las ramas de los árboles se mueven y las bestias se acercan, salgo del bosque, topándome con la caballería, con razón el bosque estaba inquieto, la multitud los recibe con rosas y aplausos, paso a su lado, esperando que no me noten. Regreso a casa y le entrego las cosas a mi padre, me mira entre molesto y satisfecho, mi madre hace mermelada para vender, mi padre despelleja a los animales, mis hermanas se trenzan el cabello y yo me pongo a limpiar la casa. —Rose, Sir Willis y sus hombres ya están aquí, la Señora Willis ha organizado una fiesta en el pueblo para darle la bienvenida a su hijo, es hoy por la noche —La Señora Frey dice desde la ventana. —Deberías de llevar a tus hijas, todas las señoras del pueblo hablan de que llevarán a las suyas, yo si fuera tú llevaba a Erys, en especial, es la mas hermosa de las tres. —No creo que Erys pueda ir, ha estado enferma últimamente, pero seguro que estaré ahí con mis queridas Samara y Leyla. —De acuerdo, te veré ahí entonces. —Cuídate Grace. —Mi madre se despide con la mano y la señora Frey se marcha. —Ayuda a tus hermana a arreglarse para esta noche. —Mi padre ordena. —Claro, padre. Preparo un baño caliente para mi hermana mayor, la ayudo a lavarse, después hago lo mismo con mi hermana menor, me cae el agua hirviendo quemándome parte del abdomen, pero ni siquiera me quejo. Les seco el cabello y las peino, las ayudo a vestirse, se aprietan las mejillas para teñirlas de rojo, ninguna de las dos me habla, tienen miedo que las pueda contagiar con mi mal o algo parecido, pero se que sienten pena por mi, sus miradas me lo dicen. —Lleven a Erys también, pónganle a cargar sus cosas, ya que es una mula, que cumpla su función, además que no quiero que la gente del pueblo hable sobre su ausencia. —Como quieras, Bruce. Las tres salimos de casa, mi made me entrega los frascos de mermelada que aparto para los caballeros y una canasta con pan que horneo en la mañana, mis hermanas me dan sus capas, me acomodo todo en los brazos cuidando que no se me caiga nada, llegamos a la plaza del pueblo, hay una banda y la gente baila, bebe y come, mis hermanas se van con sus amigas, me quedo en una esquina bajo un árbol. —Agacha la cara —Mi madre susurra. Obedezco, escondiendo mi cara en mi cabello y el gorro de mi capa, mi madre le reparte la mermelada a alguno de los caballeros, caminamos hasta la Señora Willis y su hijo, mi madre les sonríe, dándole el resto de los frascos y el pan. —Rose, que bueno que tú y tus hijas pudieron acompañarnos. —Muchas gracias a ti por invitarnos, a nosotros nos alegra más saber que Sir Willis ha vuelto a casa sano y salvo. —Vince, ¿recuerdas a la Señora Orson? Eras algo joven la última vez que la viste. —No, lamentablemente no la recuerdo, le pido me disculpe. —Ella es su hija Erys, es su hija mediana, a la mayor y la pequeña, te las presentaré después. —Encantado de conocerla Señorita Orson —Me ofrece su mano, la tomó y le doy un breve apretón. —El placer es mío Sir Willis. —Eres pelirroja, vaya. Los pelirrojos son considerados de mala suerte, eso es lo que mi padre siempre dice, ninguno entiende porque nací así, mi hermana Samara tiene el cabello rubio de mi madre y los ojos cafés de mi padre, mi hermana Leyla tiene el cabello castaño de mi padre y los ojos verdes de mi madre, yo no tengo nada de eso. Mi madre tiene una cicatriz en la ceja, mi padre se la hizo el día en que nací, la golpeó contra una ventana, acusándola de serle infiel, mi madre le juro que no era así, ella me odia por eso. —Sí, no sabemos de quién lo heredó, seguro de algún antepasado. —Según las creencias los pelirrojos son… —De mala suerte —Mi madre dice entre risas. —No, todo lo contrario, en Vallys son adorados, dicen que son hijos de el Dios del fuego, incluso en el mercado negro de Greenbrier los venden como amuletos, se dice que su sangre es un elixir y trae buena fortuna, así que usted debe de tener mucha suerte. —Lo dudo, mi pequeña se la vive enferma, incluso tiene una malformación en los ojos. —¿Ah si? —Son unos ojos preciosos y muy únicos, que malformación ni que nada. —La Señora Willis me apoya. —Muéstraselos querida. Observo a mi madre, tiene mala cara, pero me quita la gorra de la capa, mi cabello vuela con el viento, alzó la mirada, viendo a Sir Willis y sonríe al verme. —Si que son únicos, un ojo verde y otro café, que belleza. Me doy el tiempo de mirarlo, es alto, rubio y de ojos tan azules que parecen transparentes, me sonríe, vuelvo a cubrirme la cara, con la capa, mis hermanas se acercan y se presentan, todos comienzan a charlar menos yo, mi madre y yo nos alejamos dejando a mis hermanas con los Willis. —No debí de traerte, solo nos dejas en ridículo. —Lo siento, madre. Mía Cox se nos acerca, mi madre se pone seria, está vestida como usualmente lo hace, con un vestido largo y ceñido al cuerpo, marcando sus prominentes curvas, el vestido tiene un escote pronunciado, el cabello rubio lo lleva perfectamente peinado con rizos, que le caen sobre la mandíbula, fuma un cigarro con un filtro largo, los guantes le cubren gran parte de los brazos, me mira y sonríe. —Dame a tu hija, vivirá mejor conmigo. —Señora Cox, mi hija no es esa clase de mujer —Mi madre dice seria y Mía se ríe con burla. —Con hambre, todas somos esa clase de mujer, además su hija, la castaña, es buena amiga de una de mis flores y le contó que Erys no sangra. Alzó la cara de golpe, Mía me sonríe con calidez, mi madre está pálida y parpadea varias veces. —Leyla, no sabe de lo que habla. —Le ofrezco 60 puros*, por Erys y les daré mensualmente 300 coronas*, de sus ganancias por supuesto, usted sabe que no la podrá casar, así que soy su única opción, háblelo con el señor Orson y vayan a verme a mi mansión, podemos llegar a un acuerdo. Se da la media vuelta, los hombres la miran al pasar, suelto el aire, mi madre me toma del brazo y caminamos, sin decir nada, la fiesta continúa hasta el amanecer, ayudó a mis hermanas con las rosas que les regalan y con las cosas que compraron en el mercado nocturno, al llegar a casa mis hermanas se van a sus habitaciones a dormir, yo me voy a los establos donde usualmente duermo. Pasada la mañana, me preparo para ir al bosque, repito la rutina, llenó la cesta con moras azules. Veo una ardilla, la apunto con el arco, le disparo dándole el el ojo, tiro otra flecha y se le clava en el costado. Siempre les doy en el ojo, maldición. Si no lo hiciera, nadie sabría que soy yo la que los caza, pero siempre que mi padre lleva los animales todos saben que fui yo la que los cazó precisamente por eso. Cazo un par de conejos y los hecho al costal, tomo el camino de regreso a casa. —Señorita Orson, ¿cómo está? —Sir Willis me saluda cuando paso cerca del río. —Sir Willis, buen día. —Mi madre me dijo que todas las mañanas venía al bosque a cazar y por frutos, así que vine a dar un paseo. –No soy quien para decírselo, pero no debería de andar por el bosque sin conocerlo, puede ser peligroso. —Lo sé, pero se le olvida Señorita Orson que yo crecí en este pueblo, que me haya ido joven no quiere decir que no pertenezca aquí. —Es verdad, me disculpo por eso. —Bajó la cara. —Señorita Orson, la verdad es que estoy fascinado con usted, me encantaría pedirle permiso a su padre para poder cortejarla, claro si usted me lo permite. —Eso no será posible Sir Willis, yo no estoy interesada en el matrimonio, ni en los hombres, le pido me disculpe, tengo que volver a casa. Camino rápido, perdiéndome entre los arbustos y árboles, conozco demasiado bien este bosque, el corazón me late con fuerza, nadie de mi familia puede saber lo que hablé con Sir Willis, seguro que me odiarán más de lo que ya lo hacen, al volver a casa mi padre me espera con su escopeta en la mano. —Tu madre me contó lo que Mía le ofreció por ti, date un baño, que pienso aceptar, ya que no te casarás, no tendrás un heredero para mis tierras y como tampoco puedo venderte como concubina, te irás a ser una de las famosas flores de la Señora Cox, ya es hora de que pagues toda la comida que te has llevado a la boca, sucia bastarda. —Padre no… —Cállate, yo no soy tu padre, nunca lo fui y nunca lo seré. Mi madre me lleva arrastras al baño, me lava, me pone un vestido de Samara que ya no usa, trenza mi cabello, mi padre nos espera, montado en la carreta, el caballo me mira y podría jurar que sabe lo que pasará conmigo, lo acaricio por última vez, el pecho me duele porque nunca más veré a mis animales, ni siquiera pude despedirme de ellos. La mansión Cox está a las afuera del pueblo, cerca de Highstorm, la capital y de Portis otro pueblo, mi madre me toma de la mano y traza pequeños círculos en mi palma, deposita un suave beso en el dorso, cuando llegamos a nuestro destino, tiemblo de miedo cuando dos hombres musculosos y grandes nos abren la puerta. —La Señora Cox los espera —dice uno viéndonos, le hace falta un ojo. Nos guían, observo el lugar tiene un salón gigante, con un escenario en el centro, está lleno de sofás y cojines, hay varias puertas en la planta alta y dos escaleras de cada lado para subir, nos meten a un cuarto al fondo de la casa, Mía nos espera sentada fumando, como siempre. —Veo que aceptaron mi propuesta, sabía decisión. —No más parloteo, toma a la chica y dame el dinero. —Mi padre exige. Mia suelta una risa, le hace una seña a un hombre con suma delicadeza me toma de la mano y me pasa del otro lado de la habitación, quedando a lado de Mia, mi madre baja la mirada y solloza, Mia le arroja un saco lleno de puros a mi padre. —Son los 60 puros que prometí, lo demás dependerá de si mi mercancía está en buenas condiciones y de lo mucho que trabaje. —Prometiste 300 coronas mensuales. —Mentí, todo es parte del negocio, acepta lo que te doy y agradece si recibes algo al mes, porque si algún Lord o Señor, quiere comprar a tu hija, esa mensualidad se acabará, está claro ¿no? Erys ya no te pertenece. —Maldita perra —Mi padre dice furioso. —Oh, querido dime algo que no me hayan dicho —se ríe. Dos hombre entran llevándose a mis padres, estoy asustada, pero mi cuerpo no lo da a notar, Mía me mira y sonríe gloriosa. —Bienvenida a La Casa de Las Flores, Erys. *Nota: Los “puros” hace referencia a monedas de oro cada moneda tiene un valor de 22 kilates ($77 USD actuales aprox) y es la moneda más valiosa. Los “cortados” hacen referencia a las monedas de plata, vale la mitad de un puro. Las “coronas” son la moneda comercial y las que menos valor tienen ($1 USD actuales aprox)—ERYS— Tomo tinta y papel y le escribo una breve nota a William. “Ven a verme a nuestro bosque, no le digas a nadie, será otro de nuestros secretos. –Tu princesa.” Ato la nota a la pata de un cuervo y lo envió al castillo, no creo que nadie lo note ya que todos deben estar ocupados por la fiesta de esta noche. Espero a William junto al río, cubriéndome del frío con la capa, después de un par de horas, llega montado en un caballo negro. —Te has vuelto completamente loca. —¿Por qué? ¿Por querer tomar el rumbo de mi vida por primera vez? —No son formas de hacer las cosas. —Baja del caballo —. Rhett está apunto de convertirse en un traidor, piensa matar al rey y morir, porque el idiota no puede vivir sin ti. —Lo superará. William me mira con los ojos entrecerrados, reconozco la desconfianza y cierta duda en su mirada. —¿Por que volviste? —Dije que mataría al rey y es lo que hare. —Es muy fácil matar a un rey al parecer, todos quieren hacerlo, ¿y después
—RHETT— Todos en el castillo corren con prisa, mi madre vigilia cada detalle, mientras que mi padre se embriaga en su despacho. —¿Estás listo? —Make dice en voz baja parándose a mi lado. —Da igual, lo importante es que los demás estén listos, ¿hiciste lo que te pedí? —Sí, pero creo que es una pésima idea, ¿estás consciente de que morirás, de que dejarás el reino en un pésimo estado? —Lo estoy. —No lo hagas Rhett, si quieres puedo hacerlo yo, no me importaría poner el pecho por ti. Miro a Make y niego con la cabeza. —Es tu deber como mi caballero, pero no me interesa verte morir, tú debes de quedarte, cuidar de mi hermana y velar por el reino junto con la reina y la princesa. —¿Y ella? —No hablemos de ella. Make suelta el aire y me da una palmada en el hombro. —Iré a ver que todo esté como quieres, me retiro. Se aleja, camino por el jardín, me paro bajo el árbol donde solía pasar las mañanas y tardes con Erys, observo a Agnes venir hacia mi, por lo que rode
“Matar a un rey es la peor de las traiciones. Pero todos saben que la corona está maldita y que el castillo está construido con sangre y muerte. Matar a un rey es la peor de las traiciones y aunque la causa sea justa, los traidores nunca ganan.” —ERYS—Disparo la flecha directamente al pecho de un ciervo. —RHETT— —Aún no tenemos noticias de la doncella su majestad. —Un guardia me informa —. Y la reina ha solicitado verlo en su habitación. —ERYS— Cazo conejos, que despellejo y cocino, camino por el bosque acercándome a Butler. —Rhett— —Este es el anillo que le darás a Agnes, puedes dárselo hoy por la noche, para que mañana lo luzca en el anuncio del compromiso. Observo la pieza, un anillo dorado con un diamante, lo guardo en mi bolsillo y le doy un asentamiento con la cabeza a mi madre. —ERYS— Camino cubriéndome la cabeza y el rostro con la gorra de la capa, el mercado y mis antiguos vecinos me reciben sin reconocerme, necesito cruzar y llegar a mi destino sin
Seis días han pasado desde que dejé el castillo, el cumpleaños del rey se festejó a lo grande o eso fue lo que escuché. Falta tan solo una semana más para el baile de invierno, no he dejado de pensar en Rhett, lo extraño, ansió volver a verlo, besarlo, tocarlo, pero el no es mío, no como yo lo soy de él.Tengo un plan en mente, uno que no puede fallar, quizá Rhett me esté odiando en este momento y este furioso, pero no importa, cumpliré con mis palabras, pero será en nuevas condiciones, si he de ser condenada que sea por mi decisión. Si he de morir y arder en el fuego eterno o renacer en una vida aún más desdichada, que sea así, pero haré que cada segundo de infierno me recuerde lo que fui y lo que hice capaz.Pruebo el veneno tal como Rhett me lo enseñó, el líquido me desgarra por dentro, mi corazón late con fuerza agonizante, no se si es por el dolor que causa el veneno o por la ausencia del príncipe. Por el futuro rey, porque seré yo quien le de esa corona.Pero ojalá pudiera pa
-RHETT-Acababa de decirle a Erys que la que la quería, no entendía el porqué, tampoco sabia si era verdad. Ella no dice nada y su rostro tampoco muestra expresión alguna. La beso cortando la tensión del momento. Al día siguiente tengo la cabeza revuelta y los fastidiosos sonidos que salen de la boca de Agnes solo aumentan mi hartazgo, paso todo el día con ella, hablando sobre la boda y el anuncio de nuestro compromiso. Cuando se va con mi madre para escoger su sortija de compromiso, voy al cuartel a buscar a Erys, me topo con Make que charla con Vince.—Su alteza. Ambos hacen una reverencia.—¿Han visto a Camelia? —No, tiene un par de horas que dejó el cuartel, William se acaba de ir a la cocina.—Nos vemos después. Salgo del cuartel, subo hasta la habitación de Erys, abro la puerta, que cede sin necesidad de introducir la llave lo cual me pone ligeramente de mal humor, le he dicho varias veces que siempre debe cerrarla con llave. La habitación está vacía, frunzo el ceño y las
Cuando despierto, Rhett no está a mi lado, recuerdo sus palabras de anoche, aunque quiero creer que sus sentimientos tras esas palabras son reales, también pienso en la posibilidad de que todo hayas sido efecto de la poción. Voy a mi habitación a cambiarme, tomo mi arco y salgo rumbo al cuartel, de camino me encuentro con Rhett y Agnes, charlando y riendo en el jardín, comen fresas y bebe té. Ojalá el estúpido príncipe se atragante con una fresa y se muera. Los ignoro siguiendo de largo hacia el cuartel, donde Make y William en esperan, entrenamos toda la mañana y la tarde, practicamos con el arco y la espada, faltan dos semanas para el baile de invierno, por lo que debo entrenar mucho más. —¿Estás molesta? Estás entrenando con mucha euforia, más de lo normal. —No, no estoy molesta. —Sí tú dices. —William se ríe. Seguimos entrenando, los músculos me duelen por el ejercicio, por los golpes y caídas, pero aún con todo eso, no desisto, sigo entrenando tan bien como mis
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