Pérdida en el mundo criminal lleno de familias mafiosas que desean obtener el control de un territorio Scarlett Montgomery vive prisionera y marginada. Nació muda, la separaron muy niña de su madre, vive en un constante abuso por parte de su esposo, y lidia con la propia ambición de su tía. Cuando la ambición de su tía lleva Scarlett a someterse a algo en contra de su voluntad, su mundo cambia por completo. Ahora en su vientre Scarlett lleva a los bebés de un hombre cruel y sanguinario, enemigo de su familia, y un criminal despiadado. Antes de darse cuenta, Scarlett está atada completamente a Gerald Van Rome, dueño de todo Chicago y el jefe de la familia más poderosa de la ciudad y del continente. Gerald Van Rome dictamina quién vive y quien no, y ahora necesita un heredero para posicionarse en la jerarquía de las familias más poderosas la mafia y seguir con el linaje. De su mano saldrá sangre o perdón pero jamás rendición; hasta que la conoce a ELLA. La perdición de Gerald Van Rome se vuelve una droga, que lo consumirá para siempre. Ahora que Scarlett llega a su mundo las cartas se colocan en la mesa. Una pasión que nace desde la guerra entre tomas de poder quemará todo a su paso, y lo único que salvará a Scarlett de ser devorada por la Bestia es mentir, y ocultar quien realmente es. Sin embargo, el amor devorará sus almas heridas por el pasado y su vida cruel. ¿Qué tanto aguantará Scarlett el secreto que lo cambiaría todo? ¿Podrá huir de la Bestia antes de que él se entere de su verdad y la destroce? ¿O ambos caerán en los fuegos de una amor frenético en un mundo despiadado?
Leer másEn Chicago, Zayda Montgomery no deja de moverse de un lado al otro. Su mirada asesina tampoco deja la televisión buscando alguna noticia de la desaparición de Scarlette. Más de dos semanas desde que esa engendra del demonio desapareció al igual que Cillian.Zayda no había estado jamás en su vida tan ansiosa y en la espera de algo que duda mucho de que llegue. Scarlett le vio la cara de idiota, y se esfumó. Solo el diablo sabe para dónde. Su rostro está congelado en el televisor sin ninguna pista que logre ayudarla. Nada que pueda advertirle del paradero de Scarlett.Desea descuartizarla y ahora sí desaparecerla para siempre. ¿Con qué cara verá a la familia de Cillian? Sólo le tocará hacerse la desentendida y no saber qué fue lo que ocurrió. Se meterá en un lío cuando la propia familia de Cillian le pregunte directamente sobre su hijo y sobre Scarlett.Calmando sus estragos con un suspiro, Zayda se da la vuelta por completo y abre la habitación. Su hermano no puede enterarse que Scarle
Gerald deja la casa con Edmund a su lado y sin escoltas. No llama la atención a menudo en público porque mucha gente, la mayoría, no sabe quien realmente es el jefe de la familia Shkodra. Por varios años se cree que el hijo de Tony Shkodra murió con él en aquella batalla, y el hombre que rige a su familia es el mismo que los asesinó. Eso es lo que Gerald quiere que la gente crea. Será mejor dar la puñalada final si nadie cree que sigue vivo. Además, eso pasó tantos años atrás que la gente debe olvidarlo por su bien.Ha mantenido su identidad oculta sigilosamente calculada. Es conocido por su poder en los negocios, y espera mantenerse así hasta que llegue el momento de tener cara a cara a Besián Montgomery. Mirando sin ningún gesto tras la ventana Gerald parece no concentrarse como debería.No cuando los ojos de su preciosa esposa dicen más que mil palabras.Que, al atormentarlo, le quitan algo que difícilmente puede controlar ahora. Algo en ella lo hace sobre pensar. Algo extraño atra
Está cansándose de esto. Scarlett cierra de golpe el libro en sus piernas hastiada de que ésta rutina sea la misma. Gerald no ha venido desde ayer. Desde que Mary dejó de venir no tiene con quién pasar el rato, y su esposo no es una opción. Hasta el sol de hoy no tiene ni una sola pista de cómo o dónde estará Esad. La presión es gigantesca de no saber nada. De estar atascada aquí y no conocer realmente lo que le deparará. A su vientre lo toca por un largo tiempo. ¿Sola? Claro que no. Sus bebés la acompañan y muy pronto estarán con ella. ¿Aquí? ¿O lejos de la bestia? Scarlett alza la mirada hacia su balcón. Un gruñido de su estómago la congela. Oh, sus pequeños quieren comer. No puede salir de aquí sin que tenga a miles de hombres detrás de ella. Ya no está sola como lo imaginó. Gerald quiere saber cada uno de sus movimientos y la enfurece la clase de hombre qué cree que puede verla como su propiedad. Desde que han pasado los días al regresar de nuevo a los brazos de Gerald e
No entiende Gerald todos esos sentimientos que enervan su cuerpo al dejar la habitación de su esposa. Al verla llorar, al verla temer de él. Al verla con esa creencia que él podría hacerle algo en contra de su voluntad. Jamás lo haría. Es la madre de sus hijos. No es un hombre que toca a las mujeres como los hacen los hombres de su mundo. Su madre sufrió demasiado en el pasado para continuar con eso. Además, es su esposa. Dentro de la tradición, se debe honrar a la esposa. Gerald nunca le faltaría el respeto.Pero al ver el terror de Scarlett en sus ojos temió de haberle hecho algo. Scarlett lo miró como todo los demás.Lo tiene en el limbo.Pero sigue enojado. Rabioso, colérico. No soporta a nadie que se entrometa en su camino y que le diga algo. Su sangre hierve en furia al recordar la declaración de su esposa.El desgraciado estaba rodeándole a Scarlett. ¡Se conocían desde antes! ¡Estuvo a punto de llevársela! ¡De llevarse a sus hijos! Para deshacer la tensión acumulada y la rabia s
Esad y Scarlett corren por el pasillo hacia la calle de atrás. Scarlett mira una y otra vez aferrada a Esad. Y luego, el primer disparo.«No otra vez» Scarlett ruega. Esad se agacha para tratar de esquivarlos. ¿También le dispararán a ella? No. Esad ha hecho mucho por ella y por sus bebés. Lo quieren atrapar por su culpa. Lo torturarán, le harán daño. Una punzada en su vientre la detiene un momento para tomar aire.—¡¿Scarlett!? —Esad se gira cuando ya no siente su mano—. ¡Scarlett!Esad corre hasta la mitad del pasillo para socorrerla. Al mirarlo, y escuchando los pasos cerca y el vocerío que asemeja el infierno, Scarlett toma su rostro.—“Vete” —Scarlett usa sus dedos.—¿Qué? ¡No! ¡¿Estás loca?! —Esad es quien enloquece.Scarlett lo empuja.—“Vete” —ella repite entre lágrimas. Mueve las manos—. “¡Ahora!”Esad palidece con los ojos abiertos. El último disparo llega a ellos y pueden esquivarlo. Scarlett se cubre también. Se aferra a su vientre y Esad también dispara hacia atrás.Scarl
Al fruncir el ceño en un intento de acomodarse en las sábanas de una cama, Scarlett permanece tocando su vientre. El movimiento y el trayecto a un lugar remoto de la que no tiene idea. Su rostro sonrojado por el calor se arruga en una bola de desconcierto por recién levantarse, y mientras abre los ojos, el sonido de algunos pasos le llaman la atención.Todo sucedió demasiado rápido para pensar. Una vez dentro de la camioneta, Esad arrancó y no estaba solo. Dos hombres más sumando al encargado de llevarla a Esad también estaban allí. La adrenalina y el miedo hicieron efecto en su herida, y Esad prefirió dar el volante a otro hombre para ir junto a ella y abrazarla.—Estarás bien. Tu bebé estará bien. Te cuidaré —Esad prometió en voz baja, sin soltar a Scarlett—. Nada te pasará mientras esté a tu lado.Lo siguiente fue tomar otra camioneta y con ayuda de los hombres que los acompañaban, y al perder de vista a los hombres de Gerald, Esad tomó la decisión de elegir un rumbo desconocido pa
—¡Cillian! ¡¿Cillian!? —una mujer grita despavorida al hombre que lleva días sin despertar. Cuando ha visto el movimiento de sus párpados, se abalanzó a él para agarrarlo de los hombros y zarandearlo—. ¡Despierta!Cillian, en coma por una semana, abre sus ojos. Es Olivia quien lo zarandea y grita entre lágrimas, asustada. Al principio Cillian está desorientado, sin saber qué pasa. Mientras se apoya en los codos para sentarse Olivia le ruega que no lo haga. Cillian la empuja con las fuerzas que empieza a tener.—No me toques.—¡Cillian! —lloriquea Olivia—. Por unos momentos creí que te había perdido. Lanzaron tu cuerpo frente a mi casa y tuve que mantenerte aquí para que te recuperaras todo este tiempo. ¿¡Qué fue lo que pasó?! ¡¿Por qué terminaste tan herido?! ¿Funcionó lo que le hiciste a la idiota de Scarlett Montgomery?! ¿Cillian?El susodicho toma asiento en la camilla. Tienes las manos vendadas y adolorido el rostro pero no se jacta de mostrarlo. Al contrario de lo que pensaría Ol
Dentro de un galpón a oscuras, de madrugada, alineados unos hombres alrededor del recinto, se escuchan doloridos quejidos que salen de tres hombres sentados con las manos atadas. Magullados, golpeados y sangrando. Nadie dice nada ante la tortura a la que son propiciados.Una tortura hecha personalmente por Gerald.Manchando su camisa blanca, parte de su rostro, no se había visto tan frenético y ansioso, sin aminorar las consecuencias de sus actos que es sencilla; ningún castigo es merecido sino se tiene una justificación.Hay una justificación para su rabia.El secuestro de su esposa.Edmund se mantiene a distancia de él por sí necesita otro instrumento de torturas a parte de sus propias manos ensangrentadas. Pero su jefe permanece insoluble a lo que sucede alrededor. Gerald ordenó que todos sus hombres se acercaran para demostrarle lo que sucede cuando sus ordenes no se cumplen.—¡Señor, se lo juro…! ¡No sabemos cómo ese tipo infringió la seguridad! —el hombre se calla con el próxim
—No le haré daño. Si vino hasta mi oficina quiere saber algo —Gerald no la suelta. Su cuerpo rozando con sus pezones erectos no ayudan mucho—. Saemira, ella-Pero Scarlett se gira hacia un lado. Gerald no la forcejea y la deja salir. Poniéndose de pie, Scarlett corre hacia la puerta para salir de ésta oficina y escapar. «Tonta, tonta» ¿Cómo se te ocurre interrumpir así? Antes de abrir la mano de Gerald cierra la puerta tras de ella. Oh, cielo Santo. Scarlett logra experimentar el calor del cuerpo de su esposo tras de ella. Un roce pulcro contra la parte baja de su espalda la noquea.—Saemira no es mi amante. No es lo que piensa.¡No le interesa escuchar sus explicaciones! Scarlett sigue forcejando con el pomo, en vano. Cuando Gerald la toca en la cintura, ella se gira, con los ojos hirviendo en ira y con el susto arrancándole la respiración. Su espalda choca contra la madera de la puerta. Su esposo descansa los antebrazos al lado de su cabeza, tan cerca de ella que su aroma fresco a m