Gaia ha vivido como una sirvienta en el palacio del Rey de Miridian, soportando los maltratos de su hermana mayor y buscando desesperadamente salvar a su madre enferma. Antes de morir, su madre intenta revelarle un gran secreto guardado durante dieciocho años, pero se lleva ese misterio a la tumba. Poco después, una propuesta de matrimonio con el Rey de Stormwolf se presenta como una salida a su vida de sufrimiento, pero el rey solo la elige por los requisitos de ser y joven. Nikolai Moonfang, un hombre lobo frío y sin emociones, la relega a ser una mera concubina para satisfacer sus deseos más bajos. Sin embargo, Gaia se enfrenta a una elección: ¿se resignará a vivir sometida en un castillo como una concubina secreta o despertará un poder inimaginable que la llevará por un camino de venganza como una Alfa dispuesta a todo?
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Una terrible enfermedad aqueja a mi madre desde hace varios meses y los doctores solo me dan la esperanza de que sobrevivirá si reemplazamos su riñón, pero algo así es muy arriesgado, la medicina del palacio es la más avanzada y aun así, el procedimiento podría no funcionar.
Me acerco a su lado y tomo su mano suavemente, ella a penas y puede voltear a mirarme.
—Mamá, mamá, es posible. Te donaré mi riñón y te pondrás mejor —susurro conteniendo las ganas de llorar al verla así. Dejo un suave beso en su frente, ella me sonría con dulzura.
—Gaia, hija, no es necesario que hagas esto, yo… —hace una mueca de dolor, sé que está sufriendo—… ya estoy por morir.
—No, no. Me niego a que eso pase. El Rey me dio el visto bueno para hacer esto, dijo que me daría a los médicos necesarios para curarte, así que no te preocupes por nada, mejor descansa.
La gente en el castillo corre de aquí para allá, agitados y en preparativos, pero nada de eso es por mí o mi madre. Ella y yo solo somos unas sirvientas en el castillo, a pesar de mi estatus de hija ilegítima del mismo Rey de Miridian. En realidad todo este alboroto es porque al parecer, un Rey de otro reino viene buscando esposa. Por supuesto, será mi hermana mayor la elegida para esa tarea.
Mientras todos corren en dirección a la entrada del palacio para recibir al visir mensajero del reino de Stormwolf; del que nunca había escuchado, yo voy en la dirección opuesta hacia la sala de operaciones donde mi madre ya me espera para el trasplante.
El médico me recibe al igual que el resto del equipo y me dan una ropa especial para colocarme, ya me ha explicado el procedimiento y asegura que no sentiré dolor, aunque no me importaría sufrir si con eso salvo a mi madre.
Un metal frío me recibe erizando cada vello de mi piel. Ella se encuentra a mi lado, nos damos las manos un momento, antes de que la anestesia comience a hacer efecto en mi cuerpo.
—Nos veremos del otro lado, madre.
Ella asiente con una sonrisa, sé que está nerviosa, pero no puede impedir que le dé parte de mí si con eso consigo tenerla conmigo un poco más. Tal vez sea egoísta de mi parte desear algo así, mas, no puedo perderla.
Cierro los ojos y antes de caer en la inconsciencia, le rezo a Dios porque esto resulte. «Por favor, no la dejes morir».
En la oscuridad de mis sueños no siento dolor, todo parece un mar de negro, hasta que de pronto veo a lo lejos una figura de cuatro patas. Pronto me doy cuenta de que es un lobo blanco, me da la espalda, pero al percatarse de mi presencia, se voltea directamente hacia mí. Debería sentir miedo, pero, lejos de eso, el lobo blanco me hace sentir tranquila. Su intensa mirada de ojos azules se fija en la mía y un extraño magnetismo me hace desear acercarme al majestuoso animal.
Estiro mi mano para alcanzar su suave pelaje, sin embargo, el lobo comienza a alejarse más y más de mí, hasta que…
—¡Mamá! —exclamo. Abro los ojos de golpe e intento sentarme, pero entonces siento un dolor punzante en mi abdomen que me hace volver a acostarme en la camilla. Miro a todos lados sintiéndome confundida, ¿dónde están todos?
La sala se encuentra vacía, me han dejado aquí a la deriva y mi madre no se encuentra por ningún lado.
—¡Hola! ¡Ayuda, por favor! —grito. Los minutos pasan, pero nadie viene.
No sé qué ocurre, simplemente tengo el presentimiento de que algo no está bien. Hago el intento de volver a sentarme, el dolor en mi abdomen es ligero, pienso que no podré hacerlo, mas, con mucha dificultad consigo sentarme en la camilla. Reviso el lugar que me duele y, como esperaba, tengo una venda que sin dudas debe cubrir una sutura.
—Ya debieron operar a mi madre, tengo que ir a buscarla —digo para mí misma.
Sentarme en la camilla fue una cosa, pero jamás imaginé que levantarme y andar fuese a convertirse en una tarea titánica. Acabo arrodillándome en el piso a causa del dolor. No lo entiendo, ¿por qué me dejaron aquí?
Con todas mis fuerzas consigo llegar a la entrada, la venda que cubre mi herida empieza a sangrar, pero no me importa. Afuera tampoco hay nadie, lo que me hace pensar que quizá ocurrió algo malo.
La angustia por saber qué pasó con mi madre me impulsa a llegar hasta su habitación. Cuando entro le encuentro allí acostada, con un semblante peor que antes.
—¡Mamá! —exclamo.
Ella despierta y con sus pocas fuerzas eleva su mano hacia mí.
—Gaia… no resultó.
Mi corazón da un vuelco, no puede ser, esto debe ser una pesadilla, o parte de un sueño angustiante del que pronto voy a despertar.
—No, madre, ¿qué estás diciendo? Eso no puede ser.
—No te sacaron el riñón, Gaia. Detuvieron la operación antes de que pudiesen hacerlo.
—¿Qué? ¿Por qué? —pregunto con angustia.
—No lo sé, creo que… ya no hay nada que salvar dentro de mí.
Esta vez no puedo contener las lágrimas, dejo que se derramen por mis mejillas mientras me aferro a su mano con fuerza.
—No, no digas eso, todo va a estar bien. Iré a traer a esos doctores aquí y así tenga que obligarlos, te operarán.
Mi madre, Liora, empieza a negar con la cabeza insistentemente.
—No, Gaia. Puedo sentirlo, ya no me queda mucho tiempo. Hija, por favor, escúchame, tengo que decirte algo importante.
—No mamá, no digas que vas a morirte porque no lo soportaría, por favor —suplico.
Dos lágrimas escapan de sus ojos, me suelta la mano para acariciar mi mejilla con un gesto maternal.
—Mi dulce Gaia, mi princesa...
Sostengo su mano entre la mía con ternura.
—No me digas así, sabes que nunca seré una princesa de verdad.
—Para mí siempre lo serás. Tienes que ser fuerte, debes reponerte y… Gaia, tienes que saber la verdad.
Abro los ojos, sin comprender a qué se refiere mi madre. Tengo miedo de que estas sean sus últimas palabras, de que esta sea la despedida a la que tanto le he huido. Niego una vez más, y limpio mis lágrimas con determinación en la mirada.
—No, no me lo dirás ahora. Me lo dirás después de que hayas recibido mi riñón. Espera aquí, iré a buscarlos.
—NO, Gaia, no —dice mi madre, pero yo no le hago caso. Salgo corriendo, sin cuestionarme cómo es que de pronto ya no siento dolor en la herida de mi abdomen, y llego hasta la zona del palacio que ya no pertenece al ala del hospital.
Pronto me doy cuenta de que parece ser que todos se encuentran en el ala de las habitaciones, más específicamente, donde duerme mi hermana mayor.
CAPÍTULO 109: UN NUEVO COMIENZONikolaiEl sol comienza a elevarse sobre el horizonte, bañando el paisaje con una cálida luz dorada. Estoy de pie junto a Gaia, mi mano estrechamente unida a la suya. A nuestro lado, Kaelan observa con ojos curiosos y brillantes. Este es el comienzo de una nueva era para nuestro pueblo, una era de paz y cooperación que hemos trabajado arduamente para alcanzar.—No puedo creer que estemos aquí —digo, rompiendo el silencio mientras contemplo el amanecer.Gaia me mira, sus ojos reflejan la misma mezcla de asombro y determinación que siento.—Hemos recorrido un largo camino, Nikolai. Y todo esto no habría sido posible sin ti.Sacudo la cabeza, sonriendo con gratitud.—Lo logramos juntos, Gaia. Tú has sido mi fuerza, mi inspiración.Miro a nuestro alrededor, viendo a los lobos de las diferentes manadas reunidas en armonía. La tensión que una vez llenaba el aire ha sido reemplazada por un sentido palpable de esperanza y unidad. La ceremonia de unión fue más qu
CAPÍTULO 108: UNIÓNGaiaNikolai me lleva hasta la torre de vigilancia, uno de los lugares más altos y hermosos de este castillo. El horizonte se ve anaranjado y el viento, aunque frío, da indicios de que el invierno está por terminar pronto. Nikolai se detiene frente a mí con su presencia siempre imponente.—Gaia —su voz es suave, casi un susurro en el viento.Nuestros ojos se encuentran mientras él toma mis manos. Pensé que me diría algo grave, pero ahora sospecho que no se trata de eso. Hay una mezcla de emociones en su mirada: preocupación, esperanza, y algo más profundo que apenas puedo identificar.—Nikolai —murmuro repentinamente sin voz. Mis mejillas se sonrojan y ni siquiera sé el motivo—. Deja de dar tantas vueltas, me estás poniendo nerviosa.—¿Acaso no disfrutas un buen suspenso? —pregunta con ese tono de picardía.Siento un nudo formarse en mi estómago, pero me obligo a mantenerme firme.—¿Qué es lo que quieres decirme?Nikolai da un paso adelante, cierra la distancia ent
CAPÍTULO 107: DELIBERACIONESEn la sala de deliberaciones del castillo de Miridian, los consejeros del rey Emyr se reúnen en un círculo cerrado. La noticia de la posible alianza con los licántropos ha sembrado discordia entre ellos. Algunos ven en la propuesta de Gaia como una oportunidad para la paz, pero otros, profundamente desconfiados de los lobos, consideran la idea una traición a su gente.—No podemos permitir que Emyr se doblegue ante esos monstruos —dice Lord Cedric con una voz cargada de veneno—. Nos destruirán desde adentro.—La propuesta de Gaia tiene mérito —responde Lady Isabel, tratando de mantener la calma—. La guerra solo nos traerá más pérdidas.Cedric se inclina hacia adelante, sus ojos brillan con una intensidad peligrosa.—La guerra nos traerá honor y victoria. Pero si dejamos que esos licántropos se acerquen a nuestras puertas, estaremos firmando nuestra sentencia de muerte.Otros consejeros murmuran su acuerdo. La atmósfera se vuelve cada vez más tensa. Los cons
CAPÍTULO 106: NEGOCIACIONESGaiaMis pasos resuenan en los pasillos de piedra, recordándome cada momento vivido en este castillo. Estar aquí trae de nuevo a mi mente la muerte de mi madre. Realmente todo aquello se siente como si hubiese pasado hace muchísimos años. Toda una vida que dejé atrás. Sé que mi madre estaría orgullosa de ver en quién me he convertido ahora, solo espero no decepcionarla y conseguir que humanos y lobos puedan coexistir en paz.A mi lado, Draven y Nikolai se mantienen alerta, listos para cualquier eventualidad. Hemos esperado casi todo un día completo mientras él delibera con el consejo sobre qué hacer, pero ya no puedo esperar más. Hoy enfrentaremos al rey Emyr con una propuesta que podría cambiarlo todo.Cuando llegamos, Emyr ya está esperándonos. Su mirada es dura, pero hay una chispa de curiosidad en sus ojos. Sabe que no hemos venido aquí para perder el tiempo.—Gaia, tus palabras de ayer me dejaron mucho en qué pensar —dice el rey, su voz grave resuena e
CAPÍTULO 105: EL PRIMER ENCUENTRO CON EL REYGaiaEl viento azota con fuerza mientras el carruaje se abre paso por el camino hacia Miridian. Mi mente está en constante movimiento, recordando cada detalle de mi infancia en este lugar. Junto a mí, Draven y Nikolai permanecen en silencio con expresiones tensas y alertas. La incertidumbre del encuentro que nos espera pesa sobre nosotros como una niebla densa.—Estamos cerca —dice Draven, mirando por la ventana.Asiento, intentando mantener la calma. La fortaleza de Miridian se alza en el horizonte, imponente y sombría. Este lugar guarda tantos recuerdos, la mayoría dolorosos, pero tengo que ser fuerte. Por todos nosotros.Al llegar, la hostilidad de los humanos se hace presente. Un grupo de al menos diez hombres armados hasta los dientes nos detiene en la entrada.—¡Ja! Ilusos, ¿qué acaso no saben que podríamos destrozarlos en un segundo? —murmura Nikolai.—¡Shh! —lo silencio—, nosotros lo sabemos, pero no podemos empezar con esa frase si
CAPÍTULO 104: LA REDENCIÓN DE UN BETAGaiaSabía que en cuanto Bastian se diera cuenta de lo que ocurría, las consecuencias para Darryl serían mucho más desalentadoras de lo que imaginábamos. Apenas él reveló la verdad, Bastian convocó una nueva reunión con los Alfas, y ahora estamos aquí, poco antes de un nuevo anochecer, sin poder partir a Miridian, porque primero debemos resolver esto.Las voces en la sala de consejo son como un rugido lejano en mis oídos mientras observo a Darryl, arrodillado en el centro del círculo formado por los Alfas. Su figura, abatida y resignada, me llena de una tristeza profunda. Bastian está de pie, con el rostro endurecido y la furia chispeando en sus ojos. Es obvio que quiere descargar la frustración de haber perdido, con alguien más.—¡Este traidor no merece piedad! —exclama Bastian, su voz hace un eco en la sala—. ¡Debe pagar con su vida por lo que hizo!Los murmullos de los Alfas aumentan en volumen, algunos asintiendo en acuerdo mientras otros está
Último capítulo